Mis chicos y chicas se cansan de oírme hablar del barrio y de clase social. De cómo influye en quienes son, en cómo son, en su pasado, su presente y su futuro. Desde el inicio de la formación, cuando les cuento por qué Motiva tiene que estar donde está, expongo números, situaciones, perfiles. Explico mecanismos, intentando ser simple y concisa pero certera. Tenemos que estar donde estamos y actuar como una red en la que aterrizan tras el abandono escolar.
Existen diferentes programas públicos que quieren revertir esta situación, pero existen razones que convierten a Motiva en imprescindible. Primero, trabajamos en un entorno donde el abandono escolar es lo esperado; segundo, abarcamos a una población en edad de urgente intervención; tercero, incluimos a los agentes sociales y el proceso comunitario del que nacemos en nuestro propio recorrido y cuarto, promovemos la ruptura de estereotipos en empresas y en población general. ¿Por qué actuamos así? ¿Qué déficits observamos en los entornos sociales que nos mueven a actuar? ¿Por qué consideramos tan importante que los chicos y las chicas que participan en Motiva construyan conciencia de clase a la vez que pretendemos que tú, que has llegado hasta aquí, trabajes tu mirada?
Con conciencia de clase.
Puede sonar revolucionario introducir un concepto marxista en un despacho de un centro social en un barrio obrero. No debería serlo. Mientras que los términos médicos o aquellos que se refieren a conductas patologizantes campan a sus anchas en las aulas, los despachos de orientación y en informes pedagógicos. Términos tentadores que dan una respuesta rápida al problema, sacándolo de nuestro ámbito de actuación y llevándolo hasta una consulta médica o una terapia de conducta.
Este mes se ha publicado el «Atlas de las Oportunidades», que analiza dónde y para quien es más probable tener éxito. Lo hace teniendo en cuenta los ingresos familiares y analizando la movilidad social en el territorio nacional. Esta recopilación nos vuelve a dejar en un lugar mejorable como Comunidad Autónoma. Extremadura es la región española con más dificultades para prosperar si se procede de una familia con ingresos bajos.
Las personas que participan en Motiva nunca atribuyen a esta razón su abandono escolar más que temprano (temprano se considera al que se produce tras alcanzar la ESO). En nuestras entrevistas, cuándo pregunto por qué abandonaron los estudios, la explicación más objetiva sería «Pues mira, la realidad es que mi clase social ha provocado que el contexto escolar no se adapte a mi. Esto es un poco difícil de explicar pero entre algunas de las causas está el chavolismo vertical en que vivo, que me impide contar con un espacio adecuado para el estudio. La brecha digital, porque con un móvil con datos ya me dirás tú que trabajos puedo hacer en casa. La inestabilidad laboral en casa, que, por responsabilidad, me empuja a querer trabajar y ayudar a mi familia. Por otro lado, a pesar de que no tengo dificultades orgánicas que impidan mi aprendizaje, se me adjudicó un ajuste curricular significativo porque me no me portaba como los profes esperaban en clase.»

Viñeta de Francesco Tonucci: ¿Cómo sabe que tengo una dificultad del aprendizaje? Tal vez tiene usted una dificultad de enseñanza.
Cuidado con el discurso.
En lugar de esto, escucho: «Perdí el interés», «No estaba motivada», «No me gusta estudiar», «No se me da bien». Atribuciones personales para dar significado a una problemática social. Debería ser de obligado cumplimiento, comenzar a repartir responsabilidades.
En el artículo de Aina Tarabini, «La meritocracia en la mente del profesorado: un análisis de los discursos docentes en relación al éxito, fracaso y abandono escolar», apunta tres grandes explicaciones docentes en relación al riesgo de abandono escolar. La falta de interés, el déficit familiar y la patologización de la diversidad.
La falta de interés está muy relacionada con la imagen de «alumnado ideal» y esta referencia se toma de aquellos que proceden de clase media. En este artículo se nombra el estudio de Dunne y Gazeley (2008), «Teachers, social class and underachievement» que pone en relieve la importante relación entre pertenencia a clase social baja y la posibilidad de ser etiquetado como «alumnado con dificultades o problemas de aprendizaje». Así mismo, a más baja clase social, menos probable es que el profesorado crea que puede influir en el éxito académico del alumnado. Las expectativas docentes no son un tema novedoso, en los años 50, Rosenthal teorizó el Efecto Pigmalión que seguro, ocupa un lugar importante en la teoría del Máster de Formación del Profesorado.

Una profesora mira a un alumno y piensa: Este no va a llegar muy lejos. El bocadillo con su pensamiento crea una nube que llueve encima del chico.
¿Qué podemos hacer desde el Centro Educativo?
Olvidamos que el rendimiento educativo está fuertemente asociado a la pertenencia a la clase social y, en su lugar, tomamos variables que dan significado al rendimiento como el interés, la motivación y el esfuerzo. La responsabilidad individual toma el papel central en una explicación insuficiente porque niega los condicionantes contextuales en el abordaje del problema.
Lo primero que hacemos cuando decidimos hacer dieta es modificar nuestro contexto, tiramos o escondemos la comida que consideramos inadecuada, cuando vamos al mercado, compramos alimentos saludables, cortamos fruta y la ponemos en un tupper en el frigorífico para aumentar la probabilidad de comerla. Sin embargo, en el estudio del éxito escolar, partimos de la creencia de que todo en el colegio está bien y que quienes no encajan se marchan y poco puedo hacer yo, como docente, para cambiar eso. Asumimos que existen «alumnos merecedores y alumnos no merecedores» de mi esfuerzo.
Dice Francesco Tonucci que «Si la escuela pierde un alumno, se lo regala a la delincuencia». ¿Y si la verdadera garantía para la seguridad ciudadana estuviera en las escuelas y no en las cárceles? Se pueden hacer las cosas de otro modo, claro que sí.
Llevo 2 cursos dando clase en FP básica ¡y es otro mundo!
El 1º me encontré con la mayoría chicos (solo 3 chicas). Para Jefatura esos alumnos habían sido muy conflictivos en la ESO y los trataban muy cortantes, yo era nueva y para mí eran «un folio en blanco, sin historial» ⬇️ pic.twitter.com/mSu2LhiTV5— Marga García (@MargaGarciaH) July 25, 2020